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El viaje en cayuco precede a uno mucho más largo.
La patera en la que viajaba Sule llegó a la costa de Almería, donde pasaría tres días en la cárcel. Después, lo trasladaron de una ciudad a otra hasta acabar durmiendo en las calles de Barcelona.
“Tendremos que llamar a la ambulancia”, alertaban algunos de sus compañeros sobre su estado de salud durante esos meses. “Estoy muy flaco pero tengo más fuerza que vosotros”. No quería acudir al comedor, no quería tratos de favor, no quería vivir de nadie.
